Nos ofrece un diamante escondido debajo de un billete de metro o del
faldón de una cortina. Emboscado en una palabra, una mirada, una sonrisa
algo tonta.
Hay que fijarse en los detalles. Ellos siembran nuestra vida de
piedrecitas que nos guían. La gente bruta, la gente apresurada, los que
llevan guantes de boxeo o dan patadas a las piedras, ignoran los
detalles.
Quieren cosas pesadas, imponentes, brillantes, no quieren perder un
minuto agachándose por una moneda, una brinza de paja o la mano
temblorosa de un hombre.
Pero si nos agachamos, si detenemos el tiempo, descubrimos diamantes en una mano tendida..
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