He estado ahí cada vez que te jugabas la vida, pero también casa vez que hacías que vivirla mereciese la pena. He estado ahí cada vez que aprendías a valorar lo importante, pero también cuando lo acababas confundiendo con lo simplemente urgente.
Yo te enseñé a conjugar todos los tiempos del verbo preocupar. Y también te enseñé la cantidad de cosas que sí tenían remedio. Yo te puse el hasta cuando, para que tú pudieras dedicarte en cuerpo y alma al hasta donde.
Yo te enseñé a conjugar todos los tiempos del verbo preocupar. Y también te enseñé la cantidad de cosas que sí tenían remedio. Yo te puse el hasta cuando, para que tú pudieras dedicarte en cuerpo y alma al hasta donde.
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